jueves, 18 de julio de 2013

EL MIEDO A LA MUERTE, 3

    Así pues, podemos afirmar rotundamente que la filosofía de Schopenhauer no es sino miedo a la muerte... ¡Quién lo dijera! ¿Acaso un budista empedernido, como Schopenhauer, es decir, alguien que cree en la reencarnación, debería temer ese paso tan burdo de pasar de una vida a otra, que es la muerte? ¿Acaso Schopenhauer era un charlatán que no creía en lo que tanto predicaba? Pues el mismo Schopenhauer afirmaba que el miedo a la muerte era un tontería, que era como si el Sol tuviera miedo de ocultarse, de 'morir' en el crepúsculo... Y sin embargo, todo ese odio insano, ese odio truculento, esa hostilidad tan repugnante que sentía Schopenhauer hacia la sana sexualidad, no es sino miedo a la muerte, y nada más... 
   Resulta, pues, bastante divertido constatar que Schopenhauer se mofaba de aquel que tuviera miedo a la muerte, no obstante, la gran, la delirante paradoja es que su pesimismo no es sino miedo a la muerte, y nada más. Schopenhauer, el gran charlatán que acusaba a sus contrincantes, sobre todo, a Hegel, de ser un charlatán... Y sin embargo, Schopenhauer, pese a todas sus fobias contra Hegel, en realidad, estaba más cerca del filósofo dialéctico de lo que pensaba. Ya he explicado que Schopenhauer y Hegel se peleaban como dos hermanos, pues Schopenhauer, sin darse cuenta, era un dialéctico:- todos sabemos que la dialéctica hegeliana tenía como finalidad el autoconocimiento del Espíritu Absoluto, en y a través de un espíritu finito. Pues bien, el Espíritu Absoluto, en y a través de Schopenhauer (que no lo olvidemos es una representación de esa voluntad ciega y estúpida), se conoce a sí misma,a raíz de Schopenhauer sabe este Espíritu Absoluto que es, precisamente, una voluntad, un deseo ciego, insaciable, estólido. Es decir, Schopenhauer fue quien culminó la dialéctica hegeliana: el Espíritu Absoluto se conoció a sí mismo, la autoconciencia, por medio de Schopenhauer.... ¡Por San Aristófanes!
   Pero dejando a un lado la diversión, hay que decir que Schopenhauer se equivocaba rotundamente: pues él mismo al consumar la dialéctica hegeliana, estaba, precisamente, proporcionando ese autoconocimiento al Espíritu Absoluto, pero afirmando que ese Espíritu Absoluto que ya se conoce a sí mismo por una de sus representaciones, Schopenhauer, es un impulso ciego y estúpido... que se conoce a sí mismo. El absurdo radica en que un impulso ciego y estúpido, la voluntad, no puede conocerse a sí misma, porque en el momento de conocerse a sí misma, en y a través de una de sus representaciones, Schopenhauer, tiene autoconciencia de sí misma, y por tanto ya no es un impulso ciego y estólido. Un impulso ciego y estúpido NUNCA podría conocerse a sí mismo por medio de una de sus representaciones... La filosofía de Schopenhauer es como ese dragón gnóstico, Ouroboros:- que se muerde su propia cola...
    

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