jueves, 18 de julio de 2013

EL MIEDO A LA MUERTE, 4

          Tenemos que decirlo una vez más: el Ser es un ente ficticio, porque esa conceptualización momifica a la realidad que es cambiante, cercena el flujo heraclitano. Hemos dicho que este afán de buscar el Ser, de aprehender el ser por medio de unas ideas platónicas y de tales sustancias aristotélicas, no entraña sino el miedo al cambio, el miedo al flujo, el miedo al devenir, en última instancia, dichas ideas platónicas y sustancias aristotélicas entrañan el miedo a la muerte. Sin embargo (y tengo que decirlo con todo el dolor de mi alma), el profeta Zaratustra también incurrió en este afán de buscar lo eterno, de amar lo eterno para despreciar lo efímero. Me refiero al Eterno Retorno de lo Idéntico. Según el gran profeta, esa luna llena, esa tela de araña, tú y yo ya hemos estado aquí, ya hemos vivido este instante infinitas veces en el pasado, y lo viviremos infinitas veces en el futuro. Por tanto, este instante en el que veo la luna llena, en el que veo esa tela de araña, este instante también es eterno. 
       El gran profeta Zaratustra afirmó que el Eterno Retorno de  lo Idéntico es la piedra de toque del Amor Fati, es decir, de la santa afirmación de la vida. Sin embargo, esta afirmación de la vida no es una afirmación de la vida efímera, no es una afirmación de la que vida que desaparece para siempre, no es una afirmación del devenir heraclitano, sino una afirmación de lo eterno, de lo inmortal, de lo que no desaparece, de lo que permanece porque se repite eternas veces... Me duele mucho decir esto:- también el profeta Zaratustra decepcionaría a Heráclito...  
    En efecto, Zaratustra también incurrió en el error de eternizar a la vida, de eternizar a todas las cosas: esa luna llena y esa tela de araña ya no necesitan ninguna idea platónica, ni ninguna sustancia aristotélica que les proporcione inmortalidad, porque esa luna llena y esa tela de araña son eternas, pues regresarán infinitas veces.  No se ama, por lo tanto, lo efímero, lo fugaz, sino lo eterno, lo inmortal... El Eterno Retorno de lo Mismo no es sino voluntad de inmortalidad... En última instancia, el Eterno Retorno de lo Idéntico no es sino miedo a la muerte, y nada más... 
 

EL MIEDO A LA MUERTE, 3

    Así pues, podemos afirmar rotundamente que la filosofía de Schopenhauer no es sino miedo a la muerte... ¡Quién lo dijera! ¿Acaso un budista empedernido, como Schopenhauer, es decir, alguien que cree en la reencarnación, debería temer ese paso tan burdo de pasar de una vida a otra, que es la muerte? ¿Acaso Schopenhauer era un charlatán que no creía en lo que tanto predicaba? Pues el mismo Schopenhauer afirmaba que el miedo a la muerte era un tontería, que era como si el Sol tuviera miedo de ocultarse, de 'morir' en el crepúsculo... Y sin embargo, todo ese odio insano, ese odio truculento, esa hostilidad tan repugnante que sentía Schopenhauer hacia la sana sexualidad, no es sino miedo a la muerte, y nada más... 
   Resulta, pues, bastante divertido constatar que Schopenhauer se mofaba de aquel que tuviera miedo a la muerte, no obstante, la gran, la delirante paradoja es que su pesimismo no es sino miedo a la muerte, y nada más. Schopenhauer, el gran charlatán que acusaba a sus contrincantes, sobre todo, a Hegel, de ser un charlatán... Y sin embargo, Schopenhauer, pese a todas sus fobias contra Hegel, en realidad, estaba más cerca del filósofo dialéctico de lo que pensaba. Ya he explicado que Schopenhauer y Hegel se peleaban como dos hermanos, pues Schopenhauer, sin darse cuenta, era un dialéctico:- todos sabemos que la dialéctica hegeliana tenía como finalidad el autoconocimiento del Espíritu Absoluto, en y a través de un espíritu finito. Pues bien, el Espíritu Absoluto, en y a través de Schopenhauer (que no lo olvidemos es una representación de esa voluntad ciega y estúpida), se conoce a sí misma,a raíz de Schopenhauer sabe este Espíritu Absoluto que es, precisamente, una voluntad, un deseo ciego, insaciable, estólido. Es decir, Schopenhauer fue quien culminó la dialéctica hegeliana: el Espíritu Absoluto se conoció a sí mismo, la autoconciencia, por medio de Schopenhauer.... ¡Por San Aristófanes!
   Pero dejando a un lado la diversión, hay que decir que Schopenhauer se equivocaba rotundamente: pues él mismo al consumar la dialéctica hegeliana, estaba, precisamente, proporcionando ese autoconocimiento al Espíritu Absoluto, pero afirmando que ese Espíritu Absoluto que ya se conoce a sí mismo por una de sus representaciones, Schopenhauer, es un impulso ciego y estúpido... que se conoce a sí mismo. El absurdo radica en que un impulso ciego y estúpido, la voluntad, no puede conocerse a sí misma, porque en el momento de conocerse a sí misma, en y a través de una de sus representaciones, Schopenhauer, tiene autoconciencia de sí misma, y por tanto ya no es un impulso ciego y estólido. Un impulso ciego y estúpido NUNCA podría conocerse a sí mismo por medio de una de sus representaciones... La filosofía de Schopenhauer es como ese dragón gnóstico, Ouroboros:- que se muerde su propia cola...
    

EL MIEDO A LA MUERTE, 2

Pero empecemos por analizar la filosofía pesimista de Schopenhauer para entender el porqué es preciso rechazar tajantamente esa filosofía... Schopenhauer parte de Kant para adoctrinar que la cosa en sí kantiana es una voluntad, es decir, un impulso ciego, estólido, que no tiene sentido, que es insaciable, que se muerde la propia cola, que se hace daño a sí mismo (según el budismo), una voluntad de vida que precisamente lo único que le interesa es la vida, el instinto de conservación. Según Schopenhauer, esta voluntad de vida no sólo es la cosa en sí, sino que también se manifiesta en todo, en todas y cada una de sus representaciones. Es decir, es una voluntad tanto inmanente como trascendente. Para decirlo en tres palabras: es una voluntad panenteísta. Ahora bien, yo tengo varias objeciones contra esa voluntad: en primera instancia, considero que no se trata de una voluntad de vivir, sino de sobrevivir, es decir, es miedo a la muerte, y nada más. 
    En segundo término, se debe considerar que esa voluntad de vida, mejor dicho: voluntad de sobrevivir, no tiene como foco principal a la sexualidad, sino al dinero. La repulsa que el filósofo pesimista sentía hacia la sexualidad tan sana es uno de los puntos importantes por los que yo me opongo radicalmente a la filosofía de Schopenhauer: hablando coloquialmente, se odia a la sexualidad porque se odia a la vida, pues todos sabemos que la sexualidad es la fuente de la vida. Y precisamente una de mis grandes aportaciones filosóficas fue señalar que el hombre, en especial, el cristiano, calumnia a la sana sexualidad por esa hostilidad hacia la vida. Lo mismo vale para Schopenhauer, uno de los más grandes calumniadores de la sana sexualidad. Es el dinero, y no el sexo, el foco de la voluntad de sobrevivir, es el afán de poseer, de amasar fortunas, una de las peores lacras de este mundo. La avaricia capitalista es miedo a la muerte, y nada más. Pero negar a la muerte implica negar a la vida, por tanto, para decirle Sí a la vida, hay que decirlo No:- al Kapitalismo.
    

EL MIEDO A LA MUERTE, 1

 La búsqueda del ser, de un ente eterno que no cambia, que siempre permanece inmutable, es tan antigua como la filosofía misma. No sólo las ideas platónicas, pero también las sustancias aristotélicas, son intentos por buscar el ser, que como dice Hegel, ha sido la materia de toda la filosofía occidental. Conceptualizar a la naturaleza, aprehenderla en sus formas inmutables, eternas, han conformado la búsqueda de la filosofía occidental desde Parménides hasta el propio Hegel. Yo me opongo, precisamente, a esta conceptualización del ser, ya sea como forma, como idea, como sustancia, no sólo porque no refleja el cambio continuo de la naturaleza, no sólo porque cercena la realidad que es cambiante (como bien dijo Heráclito), sino sobre todo por una razón mucho más profunda, más radical, mas importante. Permítaseme ser más radical y profundo que nunca para preguntaros: ¿se ha entendido por qué ese afán de los filósofos de conceptualizar a la naturaleza, de momificarla? ¿Se ha querido entender de dónde surge ese afán momificador? ¿Se ha visto qué hay detrás de esas formas, de esas ideas, de esas sustancias, de esas mónadas? No, no se ha querido ver qué has detrás de todas esas sustancias y de todas esas ideas platónicas. Se requiere mucha fortaleza de espíritu, se requiere mucha profundidad, se requiere una mirada valiente como la del águila que mira directamente el sol, para ver qué has detrás de toda esa búsqueda del ser. Yo os lo voy a decir una vez más, ¡oh espíritus alciónicos!, detrás de esa búsqueda del ser no hay sino la voluntad de inmortalidad, el deseo de permanecer, el deseo de aferrarse a lo eterno, a lo inmutable.  

     En última instancia, lo que alimenta esa búsqueda insaciable del ser, de momificarlo todo a base de conceptos, no es otra cosa que el miedo a la muerte. En efecto, es el miedo a la muerte lo que está detrás de todas esas ideas platónicas, de todas esas sustancias aristotélicas, de todas esas formas inmutables. Es el miedo a la muerte, el miedo al cambio, el miedo a desaparecer (recordemos que Heráclito dijo que todo desaparece, nada subsiste), lo que ocasiona que el hombre busque aferrarse a lo eterno, a lo inmutable, aun cuando eso eterno, eso inmutable, no sean sino entelequias vacías. Entelequias vacías como las ideas platónicas, como la vida eterna del cristianismo. Entelequias vacías que fueron inventadas, ¡oh espíritu hiperbóreos!, para maldecir a todo lo efímero, a todo lo que pasa, como esta vida. La búsqueda del ser es miedo a la muerte, y nada más. Y el miedo a la muerte es el mayor obstáculo para alcanzar el verdadero evangelio:- el Amor Fati